domingo, 13 de noviembre de 2011

Instrumentar la esperanza, construir nuevos sentidos

Nota publicada en Red Mujeres con Cristina.  (Marzo, 2009)
Por Alejandra Rodríguez


Transitamos momentos de mucha desazón. Los sectores de la oposición y el mercado monopólico de los medios masivos de comunicación apoyados en dos ejes: la inseguridad y el conflicto con el sector agro exportador (la gauchocracia), alientan e instalan en la opinión pública el advenimiento de la no política, la anti-política, frente a la cual lo mejor es moverse desde la individualidad y desde el reclamo sectorizado. Los representantes de la oposición mediante una incesante propaganda amplificada por los medios afines no 
para n de repetir que la suerte del gobierno está echada.

La pregunta acerca del porque la gauchocracia - que no es más ni menos que una de las múltiples caras de la nueva derecha - ha logrado su lugar en el corazón de los sectores medios despolitizados y viene conquistando con mucha habilidad el sentido común de la sociedad civil, es una pregunta que debemos hacernos porque resulta imperioso entender.

La cultura política de la globalización no conoce de fronteras ni territorios nacionales, vacía de su contenido histórico a las culturas locales a la vez que hace alianzas con ellas. Esa cultura de la globalización instala en distintas partes del mundo, como herramienta estratégica de expansión económica, ideas neoliberales, a partir de las cuales elabora el caldo de cultivo de sus acciones en materia política y económica. La reflexión sobre estas ideas abre nuevos sentidos para pensar y comprender el escenario actual, pues el discurso de la gauchocracia se inscribe en la cultura política más regresiva de la globalización en crisis.

Una primera idea consiste en darse cuenta que esa cultura instala en sus “cultores” el ideal sostenido del hombre emprendedor, aquel que es capaz de producir riqueza. Si todos somos ricos, de esta forma podremos ayudar al país. La idea falaz pasa a ser la de la riqueza entendida como un bien común y a la larga “para todos”. Entonces, es desde esta perspectiva que se formulan la pregunta explicita los productores de la gauchocracia ¿Cómo hacemos para ser más ricos?.

Por otra parte, con relación la cultura que se nos ofrece es de caída de la moral igualitaria, aparece la idea de la moral post- igualitaria, sustentando el ideal de “la diferencia” como un bien superior, sostenida en el mérito personal que todos evidenciamos cuando llegamos a ser diferentes. Acompañando estos conceptos del mundo global, se instala una extraña idea de ciudadanía: los ciudadanos organizan su intervención (cívica) en los asuntos públicos como si se tratara de la provisión de un servicio, es decir a través de un sistema de intercambio en un mercado. Se intercambia mi adhesión política con aquel que tiene poder e influencias. Lo que siempre ha sido la ciudadanía, el ejercicio de los derechos de decidir el rumbo y el gobierno de un país, se transforma así en un ejercicio destinado a obtener beneficios (políticos) con el menor costo posible. Como consecuencia de esto, la política ya no es concertación o cooperación pública, ni “juicio reflexionante”, se trata de llevar a cabo “acciones exitosas”, que si logran este objetivo, se imponen por sí solas.

En este sentido, la gauchocracia aprehendió con gran habilidad el discurso de la derecha global, en tanto prototipo del “nuevo espíritu capitalista” que hacen presente los procesos de globalización en cada momento de la vida social, de la comunicación y la opinión pública.

Ese discurso de la nueva derecha se sostiene y se impone mediante la circulación del saber internacional a través de las redes, la conexión online permanente, los encuestadores y los medios masivos de comunicación. Por otra parte, y como característica sobresaliente de dicho discurso, éste se presenta como no confrontativo, conciliador, con mucha acción y poca estructura.

Se hace necesario pensar, entonces, la cuestión de cómo enfrentar este discurso, como construir nuevos sentidos que tengan arraigo en la sociedad civil. No basta con el anatema que descarga en la nueva derecha todos los males del mundo, pues es necesario darse cuenta que tras ella hay apoyos sociales masivos. Se hace necesario comenzar a problematizar la producción y el orden político con otros principio, de un nuevo paradigma económico político que permita una nueva circulación de saber. Un saber que verifique sus verdades de modo práctico, un saber que sea vida social, un saber que sea acontecimiento.

¿Qué posibilidades de soluciones existen para este momento social y político tan complejo que no signifiquen un retroceso en la profundización del proyecto de país que hemos empezado a construir en el 2003?.
Esta pregunta debe dialogar con estas otras: ¿Como nos vemos en los que piden justicia en la Plaza de Mayo con pancartas y oradores religiosos que ofician como portavoces de la civilidad? ¿Que hay de nosotros en Ellos? ¿Qué hay de nosotros en los que piden muerte por muerte? ¿Cómo descubrir al otro en mí? ¿Como chequear? ¿Cómo verificar? ¿Qué hay de nosotros en lo productores de la gauchocracia? ¿Qué hay de nosotros en el oportunismo miserable y desestabilizador de la oposición?.

Empezar a vernos en Ellos, será lo que nos permita operar con eficacia. Encontrar parte de esas respuestas será ver donde no vimos, ver nuestros puntos ciegos, revisar posiciones, formas, modos y lógicas de hacer y entender la política. Tenemos que ser capaces de enamorar a otros que no están con nosotros del Proyecto de País que soñamos. Es sobre esto que debemos y tenemos que aprender, instrumentando la esperanza, no sólo organizando las fuerzas y preparando acciones colectivas, sino fundamentalmente produciendo un saber y un pensamiento social equivalente, en términos de eficacia, al de la nueva derecha pero con signos y sentidos distintos.

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