jueves, 10 de noviembre de 2011

Super Size Me: cuando la intención no alcanza

Por Alejandra Rodríguez        

La experiencia de comer sólo comida rápida durante un mes, en un documental polémico pero poco riguroso.

La famosa artista de performance Orlan usa las cirugías estéticas como medio para hacer de su propio cuerpo una obra de arte. Con decenas de operaciones, transforma su rostro con el objetivo de denunciar las presiones sociales ejercidas sobre el cuerpo y la apariencia, principalmente en la mujer. Siguiendo esta línea, Morgan Sprulock, director y protagonista de Super Size Me (algo así como Super Tamaño) somete su cuerpo durante un mes a la ingesta de comidas rápidas de la más famosa cadena multinacional.

Sprulock, quien actualmente tiene un programa en MTV donde incentiva a los participantes a hacer cosas absurdas, decidió apostar por este documental tomando como punto de partida el juicio que dos jóvenes obesas le iniciaron a la empresa Mc Donald’s. El film generó un revuelo en Estados Unidos y en otros países, ya que la “Mc dieta” de Sprulock deja al descubierto que a la multinacional no le interesa demasiado la salud de sus clientes.

Al margen de las polémicas, no hay que perder de vista  la película en sí. Esta denuncia se podría haber hecho de otra forma, pero Sprulock eligió la suya: un documental con un estilo similar al de otro norteamericano polémico, Michael Moore, pero que carga más con los vicios de su último trabajo (Fahrenheit 911, de 2004) que con la agudeza y el rigor de Bowling for Columbine (2003).

A Sprulock, la influencia de Moore se le nota demasiado. El film está construido sobre una pobre estructura cuasicientífica, que le da algo de solidez, pero carece de tensión: después de los primeros diez minutos, el espectador ya sabe qué va a ver durante los noventa que quedan.

La excesiva cantidad de información, citas, estadísticas y testimonios de todo tipo se diluyen en una trama monótona. Plantearse hacer un documental con pretensiones como poner en jaque a una multinacional, o demostrar el daño que hace la comida chatarra, no alcanza para asegurar su rigurosidad. El tema puede ser altamente polémico, pero el cine, aunque en determinados casos resulte funcional, es ante todo una obra artística.  Entonces, limitarlo al impacto social que pueda tener parece un reduccionismo poco conveniente.

Al salir de una de las salas donde se proyecta Super Size Me, dos chicas conversaban acerca de la película y en medio de una carcajada se escuchó: “Tengo ganas de comer en Mc Donald’s”. 
 
*El Sur también se ríe, Revista Cultural, Dirigida por Tute. (2004-2005)

 


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