jueves, 22 de agosto de 2013

 
Por Alejandra Rodríguez, Licenciada en Artes Combinadas (UBA), docente de educación superior. 
Especial para Tumacondo
 

¿Cómo ver una obra de teatro? Esta pregunta está latente muchas veces cuando vamos al teatro y sobre todo cuando tenemos la sensación de “no haber entendido”  lo que vimos.  Me propongo en estas líneas compartir algunos “consejos”  a tener cuenta como espectadores.

  • Lo primero qué debemos hacer es modificar nuestra posición frente a las obras artísticas, dejar de lado el prejuicio de “no entender” o “no saber”  lo que estamos viendo. Estas no son portadoras de una verdad absoluta o un sentido único que tenemos que develar. 
  • La obra es una idea de mundo que nos invita a entrar en él, no para develar su sentido oculto, sino para dialogar, interpretar, descifrar y experimentar su duración. No hay “una forma” de ver una obra de arte, ya sea teatral, cinematográfica o plástica, existen tantas obras como espectadores. Si bien cada producción artística tiene una estrategia comunicativa, sólo cuando se produce el encuentro con el espectador la obra se conforma como tal. 
  • Participamos de ese diálogo desde nuestras experiencias, historia, lecturas, formación, conjunto de ideas, valores  y creencias. La posición desde la que vemos está construida por estos elementos. No estamos vacíos, desprovistos o “desnudos” frente a las obras, todos tenemos una caja de herramientas. Ahora bien,  lo importante es que hacemos con ella: ¿cómo utilizamos esa caja de herramientas frente a las obras?  Podemos hacerlo cual espectadores pasivos destinados a descifrar un mensaje cerrado o definido a priori o como co-creadores y productores de sentido, asumiendo un rol activo de interpretación. Sin dudas, esto último es lo aconsejable.
  • Existen múltiples formas de lectura o interpretación de las obras, esto depende muchas veces del lugar en el que nos posicionamos como espectadores.  Por ejemplo: si vamos a ver una puesta en escena de Hamlet de  W. Shakespeare, seguramente nuestra interpretación será diferente si previamente leímos el texto dramático (escrito) o si conocemos la historia de Hamlet ya que contaremos con más información en nuestra caja de herramientas, pero esto no quiere decir que de no haberlo hecho no entendamos nada o no estemos en condiciones de elaborar una interpretación. Se trata de entrar en contacto con ese texto espectacular, con esa puesta en escena de Hamlet propuesta por el director en ese momento determinado.
  • Por otra parte, no debemos confundir aquello que los artistas dicen o suponen de sus obras con lo que “las obras dicen en sí”, sucede que a veces los creadores acompañan sus obras con declaraciones u opiniones sobre lo que se propusieron hacer, como si eso fuese una suerte de “guía para mirar la obra”. Lo importante es tener en claro que la obra es como un hijo, una vez que se lo dio a luz, tiene vida propia, más allá de lo que sus padres digan acerca de él. Nuestra relación dialógica es con la obra, con esa materialidad, con ese hijo y no con sus padres.
  • Suele suceder que una obra puede gustarnos más o menos, lo interesante es hacernos preguntas o abrir reflexiones a partir de lo que ella nos propone.  Si es posible, salir del teatro y  conversar, “palabrear” la obra, seguir dialogando con ella y con otros. En esa instancia de comunicación compartida, la obra se arma  y se multiplican sus sentidos posibles.  Ser espectador supone animarse a “hacer hablar las obras”, estar dispuesto a encontrarse con ellas, partiendo siempre de ese mundo sensible, material y discursivo que se despliega frente a nosotros.

1 comentario:

  1. Alejandra
    Muy buena esta nota, es difícil escribir en forma sencilla y con claridad conceptual, eso es lo que veo en esta nota y en tu escritura. Felicitaciones

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